Me llega el comentario de una madre
y me emocionan sus palabras:
Hoy
soy feliz... muy feliz, porque han borrado de mi puerta una de mis peores
pesadillas, la silla de ruedas, el aparcamiento de minusválidos.
Una frase llena de sentimiento, de
alivio, un grito; “por fin”, la alegría de una nueva etapa. Veo una madre que
ha sufrido por su hija, que no podía moverse como correspondía a su edad,
que no podía correr y saltar como sus amigas, una madre angustiada por la
incertidumbre de lo que traería el futuro, una madre luchadora y con esperanza
que por fin ve el final de un mal sueño. Veo una madre agradecida por esa plaza de aparcamiento
que le concedieron en su día y más agradecida aún de que ahora se la quiten de
la vista. Veo una niña alegre y simpática que se libra de ataduras, que por fin
puede volver a ser niña, que puede olvidar todos los límites que le impuso esa enfermedad
llamada Perthes y que le obligó a desplazarse sentada, en casa, en la calle, en el colegio.
Hace tres años el aparcamiento de
minusválidos fue una necesidad, hoy afortunadamente ya no hace falta. Convivir con una silla de ruedas no es fácil y ese
trozo de acera reservado ayudó a conciliar el día a día de esta familia. Fue una suerte,
lamentablemente no todos los afectados por la Enfermedad de Perthes lo
consiguen.
Soy consciente de que las cosas no
son fáciles, somos muchos ciudadanos y
cada uno con necesidades diferentes, debe haber prioridades, pero a veces me
pregunto si no hacemos las cosas demasiado complicadas. Afortunadamente ya tenemos
claro que un minusválido debe tener ciertos derechos, y tras un papeleo, a
veces engorroso, se consiguen, pero ¿qué ocurre con un minusválido temporal? Tan solo una plaza de aparcamiento sería suficiente, pero los trámites, hacen que esas pequeñas cosas que
podrían hacer la vida más fácil lleguen demasiado tarde, o simplemente no lleguen.
En los Centros Comerciales he
visto aparcamientos cerca de las puertas reservados para familias numerosas,
personas mayores… y pienso “bien hecho”, me gusta vivir en una sociedad así, que
piensa en los demás, pero no es suficiente, hay que seguir mejorando, porque también
hay quienes necesitan esas plazas y no pueden justificarlo con una tarjeta, nadie se la concede.
Me gustaría verlo también en la acera de cada Centro Educativo, para que los padres
que tienen niños con Perthes, o los que deben usar silla de ruedas, o muletas, por
cualquier motivo,tengan esa facilidad de acercarlos en coche hasta el
destino sin molestar.
¿Un sueño? No, una petición ante una necesidad.
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